Ya han pasado 24 horas. No he dejado de mirar el bol con mi masa madre bebé (o como dice uno de mis hijos, mi masa hija). Bueno, estoy mintiendo, por la noche he dormido. No lo dejo de mirar cuando entro a la cocina, pero ahora por primera vez voy a analizarlo con detalle y vuevo al blog.

Lo primero que se me ocurre al cogerlo es que está pasando frío. Voy a tener que buscarle un rincón de la casa más calentito. Pero sí, se ven los primeros agujeritos, como puntas de alfiler y algunos un poco más grandes.

Ya podría hacer el primer refresco tirando la mitad de la masa que tengo ahora, pero me da pena desperdiciarla. ¿Y si hiciese un pequeño experimento?

Sí, voy a refrescar las dos mitades. Una la voy a conservar en la cocina y la otra la voy a poner en el cuarto de la caldera donde seguro hace más calorcito. Ya os contaré.Al tarro lo envío a un clima tropical,  el bol se queda en la cocina.

Deciros que las baguettes que estaba haciendo ayer salieron muy ricas aunque sólo me quedó bonita, bonita, una de ellas y es que creo que el horno sigue sin funcionar bien.