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20120912-154434.jpgEl jueves por la mañana recibí en casa 3 loaves in a box :-) 

Cuando el mensajero me entregó el paquete ni me acordaba de mi pedido, pero en el albarán ponía PAN y en uno de los lados de la caja el sello de The Loaf me confirmaba el contenido. Era mi segundo contacto con esta pop-up bakery desde que el 11 de agosto estuve allí escuchando los más que interesantes consejos de Dan Lepard. Desde entonces había hecho 3 o 4 intentonas de post sin éxito y el jueves pensé que esta tenía que ser la definitiva. Me senté delante del ordenador con un té y una rebanada de pan recién llegado con AOVE, y me pusé manos a la obra. Pero nada me convencía… Había leido ya tantas cosas sobre esta inusual panadería que nada me parecía lo suficientemente interesante o novedoso para estar a la altura de las circunstancias y para que a alguien le interesara leer el humilde post de esta bloggera&panadera.

Lo cierto es que todo lo que se me ocurría escribir era positivo, empezando por el entorno: un lugar único bajo los tilos, al lado de la estación de tren de Donosti, la ciudad más bonita all over the world.
Es verdad que yo iba receptiva y deseosa de ver y oir a una de las vacas (perdón Dan) sagradas del mundo del pan. Iba con ganas de aprender y de ver mundo panarra y la experiencia me resultó muy satisfactoria, pero lo que me causó un mayor impacto y lo que me empuja a escribir sobre The Loaf es el aire a panadería entusiasta que se respiraba en el ambiente.
Podríamos haber estado más cómodos, sentados alrededor de la mesa en la que Dan nos habló de panes y masas en un inglés salpicado de palabras españolas con un acento muy divertido. O, tal vez, el contenedor donde se impartían los cursos podría haber estado más ordenado… Pero yo sentí que eso era lo de menos. En The Loaf lo que importaban eran las masas, el pan y demás variantes panarras. Todos los que trabajaban allí tenían un aire inequívoco de estar disfrutando con lo que estaban haciendo, desde el chico que estaba a pie de caja, hasta los 2 panaderos que andaban ocupados en hornear unos panes de chocolate que estaban de muerte, 20120912-154730.jpg pasando por el propio Dan Lepard que transmitía en todo momento su pasión por el buen hacer panarra, en general, y por The Loaf, en particular.

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Para quien lea este post y eché de menos una descripción más minuciosa de The Loaf o la transcripción de los consejos de Dan Lepard para hacer un buen pan, le invito a pinchar en los links que aparecen más abajo y leer los post de gente panarra y no tan panarra que también visitó o se interesó por The Loaf in a box y que ha escrito de una forma tan acertada que no me he atrevido ni a imitar.

Este fue el resultado práctico de mi visita a The Loaf: 2 batard buenísimos que yo misma boleé y formé, y que Dan greñó y horneó.

Y este fue mi desayuno al día siguiente de mi curso en The Loaf.

Como homenaje a esta genial iniciativa panarra y como cierre de esta nueva entrada voy a utilizar las palabras del propio Dan Lepard en la web de The Loaf in a box:     «We’re using simple local ingredients to bake                                                            with honesty and passion,                                                                                            in search of the best loaf each day.                                                                              It’s all about good bread, so for us the loaf is our handprint».

Gracias, Dan.