Sí, también he hecho pan con masa madre, con mi masa madre. He hecho panes de esos que me gusta decir que son míos, míos, porque la masa madre que he utilizado para hacerlos es la masa madre bebé que me incitó a escribir este blog.
También tengo que decir que estoy bastante satisfecha con ellos. Y creo que parte del éxito se lo debo a que, finalmente, estoy conociendo a mi horno y sé como tratarle para que él me devuelva unos panes muy apetitosos y con unos greñados batante lucidos.
Lo que estoy haciendo antes de meter los panes al horno es calentarlo unos 20º por encima de la temperatura que necesito, en este caso lo puse a 270º. Cuando los había alcanzado, según el sensor del horno y según el termómetro de WMF, greñé los panes (concentrada pero sin estrés), los puse dentro del horno y eché el agua hirviendo en la bandeja negra del horno de forma que salió una gran nube de vapor de agua. Antes ponía una fuente de barro pequeña con la que conseguía vapor pero, con la bandeja negra de metal, al inundarla de agua y ser una superficie tan grande como el horno, consigo una auténtica fuente de vapor de agua que invade todo el horno y recubre mis panes, consiguiendo un efecto inmediato en la corteza.