Y es que no los he horneado como otras veces y además no los he vigilado como debería. Como dice Bea de Babette voy a disfrutar de un abanico más amplio de sabores al tener la corteza más tostada pero no sé si me va a gustar.
Para preparar la masa he mezclado 230g de masa madre (descendiente de Blanquita, mi masa madre mía, mía hecha con harina de trigo) con 485g de agua y 785g de harina.
El cóctel nº4 de harinas ha consistido en: 215g de harina de centeno, 300g de harina integral de trigo y 270g de harina blanca de trigo. La masa ha resultado un poco pegajosa al principio del amasado pero nada que no se pueda sobrellevar con un poco de paciencia y un amasado francés con poderío.
Los greñados tampoco han quedado muy lucidos pero pueden pasar. Y además se me han abierto por abajo y es que yo creo que la masa estaba pelín sobrefermentada.
En fin, que los panes no siempre salen perfectos pero lo importante es ir sacando conclusiones y ser inasequible al desaliento. Y también hay que tener en cuenta que, a la hora del desayuno, la mayoría de los panes hechos con fundamento se transforman en unas tostadas con aceite deliciosas.