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No son horas de estar horneando un panettone, no son horas de estar con la cara embobada pegada al horno, no son horas de que este aroma a masita rica y a naranja se extienda por toda la casa trastocando mis jugos gástricos… No son horas, pero aquí estoy. Porque no sólo estoy esperando a que se horneé, sino que además estoy aquí contándolo como si de una exclusiva de última hora se tratase. En fin, que estoy fatal.
¿Y cómo he llegado hasta aquí? Sencillo: Este finde he cumplido una vez más como ayudante en la Cocina de Babette. El curso trataba de como elaborar un delicioso y complicado pan festivo italiano como es Il Panettone y lo impartía ChefPanarra de Panarras.com. Desde el viernes por la tarde hemos trabajado en un panettone que, si todo hubiera ido del modo correcto, debería haber entrado en el horno hoy hacia las 8 de la tarde pero no ha sido así. Y, como tengo vida después del pan y de las masas enriquecidas, he salido a cenar y a la vuelta no me ha quedado más remedio que atender a las necesidades de esta linda masa.
Y aquí estoy yo, alternando la cara de boba mirando a través del cristal del horno, con la de bloggera profesional que no sabe de horas cuando se trata de elevar a público una aventura panarra como esta.