Cóctel nº4 o la breve historia de 2 panes chamuscadillos

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Y es que no los he horneado como otras veces y además no los he vigilado como debería.  Como dice Bea de Babette voy a disfrutar de un abanico más amplio de sabores al tener la corteza más tostada pero no sé si me va a gustar.

Para preparar la masa he mezclado 230g de masa madre (descendiente de Blanquita, mi masa madre mía, mía hecha con harina de trigo) con 485g de agua y 785g de harina.

El cóctel nº4 de harinas ha consistido en: 215g de harina de centeno, 300g de harina integral de trigo y 270g de harina blanca de trigo. La masa ha resultado un poco pegajosa al principio del amasado pero nada que no se pueda sobrellevar con un poco de paciencia y un amasado francés con poderío.

Los greñados tampoco han quedado muy lucidos pero pueden pasar. Y además se me han abierto por abajo y es que yo creo que la masa estaba pelín sobrefermentada.

En fin, que los panes no siempre salen perfectos pero lo importante es ir sacando conclusiones y ser inasequible al desaliento.  Y también hay que tener en cuenta que, a la hora del desayuno, la mayoría de los panes hechos con fundamento se transforman en unas tostadas con aceite deliciosas.

No lo he hecho yo, pero es tan bonito…

… que lo quería enseñar en mi blog. El autor es un panadero que se llama Paco Roig, proviene de una familia de panaderos y hace panes, siempre con masa madre, para acompañar los platos de grandes cocineros. Según sus propias palabras la masa madre mejora el sabor, suaviza las migas y acentúa el tacto crujiente de las cortezas. Aporta elegancia. 

Unas baguettes sinuosas

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Las hice el sábado pasado y una vez más me demostré a mi misma que no sé calcular el tamaño para un horno formato casero. Sí, sí, por eso tienen esas curvas, porque después de pasarlas del couché a la bandeja del horno me dí cuenta que les sobraban unos centímetros. De todas formas, he de decir que a mis cinco mini-clientes no les importó nada. Las devoraron con una avidez espeluznante acompañados de un sonido de fondo único: Mmmmmmmmmm, que buenas.

Y es que creo que ya le he cogido el truquillo a las masas de las baguettes. Me salen mucho más sabrosas si el primer levado es durante toda una noche, o hasta 2, en nevera. Eso sí, mucho cuidadito con que la masa se seque. He probado a prepararlas con poolish pero me parece mucho más engorroso y no noto gran diferencia.

Las hago siempre con harina panadera del amasadero y con el 65% de humedad. Aunque últimamente parece que estoy necesitando un poquito menos de agua, así que lo que hago es añadir un poco menos a ojo y si al amasar veo que la masa me pide un poco más de agua me mojo las manos, una o varias veces según como la note, y voy amasando hasta que el agua se ha integrado totalmente en la masa. Después la dejo descansar en un bol enaceitado. A la hora la doblo y la meto en la nevera y vuelvo a doblarla antes de irme a dormir. Al día siguiente o, incluso al otro, la saco a la encimera de la cocina y la dejo unas dos horas antes de empezar con el preformado de las baguettes.

Después de un rato de sacarlas a la mesa, lo único que quedaba de ellas era esto:

Mmmmmmmmmm

Los scones de Babette sólo se podrían mejorar con la mantequilla que tiene Bea en la escuela y la mermelada de fresa que tuvo a bien ofrecernos. Fue una delicia tomarlos con una taza humeante de buen té.

La aventura será repetirlos en casa. Continuará…

Cóctel de harinas nº3 y el resultado de una estancia de 36h en nevera

El miércoles preparé una mezcla con una nueva proporción de harinas. De los 720g de harina total que pongo para hacer 2 panes de 750g, 400 fueron de harina de trigo integral, 200 de harina de centeno y 120 de harina de trigo blanca.

Todavía no sé que panes saldrán del horno. Después de bolear, la masa tenía un aspecto de superficie lunar, llenitita de cráteres. No sé yo… esto no me había pasado nunca. ¿Será por sus 24 h de mas en nevera?

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Aquí ya está en el banetón dispuesta a crecer.
Y aquí os pongo una foto del pan casi desaparecido y de las dos rebanadas que pasaron a mejor vida durante mi desayuno de hoy. Mmmmmmmmm

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Cóctel de harinas nº 2

Hoy, empezando ayer, he horneado dos panes de 750gr. con un porcentaje más bajo de harina blanca que el que usé en el coctel nº1. En esta ocasión he puesto 300g de harina de trigo blanca del Rincón del Segura que hay que decir que nunca es muy blanca, 300g de harina de trigo integral, también del Rincón, y 120g de harina integral de centeno, también del Rincón.

Ayer hice la mezcla con un 360g de masa madre, 440g de agua y las 3 harinas. Le dí un poco más de 2h para la autolisis y lo amasé con el método de amasado francés que me enseñó Bea de Babette. He de decir que esta es una de las veces en las que he sentido más claramente que mi masa me estaba agradeciendo los pequeños descansos que daba mientras la amasaba. Después, enaceite un bol, puse la masa con la parte bonita hacia abajo y la tapé con un gorrito de ducha. Después de una hora la metí en la nevera, doblándola unas 3 veces antes de irme a la cama. Entonces, además de doblarla, le dí la vuelta.

Hoy por la mañana la he sacado de la nevera y después de una hora la he preformado, boleado ligeramente y dejado reposar durante unos 20 minutos. Como el clima está tan requeteseco en Madrid, me he mojado un pelín las manos y he acariciado las 2 bolas de masa antes de taparlas con un trapo de lino. A cotinuación he hecho 2 bonitos batard de los que no tengo foto y los he puesto en 2 banetones alargados. A las 2 horas, las masas estaban perfectas para hornearlas. Las he volcado con mucho cuidado y las he greñado con mucha decisión.

Con el horno previamente calentado a 270º,he metido los panes y he puesto agua hirviendo en la bandeja metálica negra que tenía dentro del horno para que estuviera a la misma temperatura. Después de ver una gran nube de vapor, he bajado el horno a 250º y he contado 10 minutos, luego otros 15 con el horno a 210º, después de haberlo abierto para dejar salir el vapor que pudiera quedar y para darle la vuelta a la bandeja con los panes y, finalmente, han estado 20 minutos mas con el horno apagado y la puerta ligeramente abierta. Y han salido 2 panes muy sonrientes y buenísimos.

El porque de las cosas

Ya lo sé. Sí, sí, ya sé de donde me viene mi amor por el pan, por el buen pan, por hacerlo y por comérmelo. Esta vocación panadera que he tardado años en descubrir tiene un fundamento claro que estaba muy escondidito en algún rincón de mi subconsciente.

De niña, como para todos aquellos que nacimos en los 60, los medios audiovisuales a mi alcance se limitaban a la tele (entre la carta de ajuste y la película de 2 rombos), a la radio y a los cuentos que sonaban en el tocadiscos de casa. Algunos de los momentos más agradables que recuerdo son esas tardes de lluvia cuando, después de unos 9 o 10 «me aburro», mi padre ponía en el tocadiscos uno de esos vinilos pequeñitos que luego me enteré que se llamaban singles. Poco a poco el disco iba cogiendo velocidad y la aguja del tocadiscos empezaba a deslizarse por los surquitos para hacer que la poderosa voz del narrador empezará a contar las hazañas de El gato con botas, Pulgarcito o las desgracias de Blancanieves y la Lechera. Mi cuento preferido era el que protagonizaba la gallina Marcelina. Me encantaba esa gallina, rodeada de polluelos y empeñada en hacer pan. Sí, sí, todos sus quebraderos de cabeza y sus desvelos provenían de unos granos de trigo que encontraba y en su empeño por convertirlos en un buen pan. Porque así lo llamaba Marcelina, un buen pan.

Gracias, Marcelina.

Cóctel de harinas nº1

Ayer hice la receta habitual para los panes con masa madre, pero en vez de poner un 100% de harina blanca, puse solo un 60%. El 40% restante lo sustituí por un 20% de harina integral de trigo + un 20% de harina integral de centeno, tal cual me dijo Bea de Babette. Pero no me ha quedado tan rico como el pan que había hecho ella con estos porcentajes de harina y nos dió a probar el otro día en la escuela. El mío tenía menos sabor. Claro que tengo que asumir que ella es la profe y yo la aprendiz de panadera.

La de la foto es la masa recién sacada del banetón con los surquitos marcados. ¡Qué mono!

Al sacarlo del horno la corteza no estaba muy crujiente. Y es que yo creo que cuando metí los panes no estaba tan caliente como decía, pero no lo podía corroborar con mi termómetro de horno, inútilmente olvidado en un rincón de la encimera de la cocina.

A pesar de los pesares, debo decir que, cortado en rebanadas finitas y con aceite Recuerdos de Antaño, del Rincón del Segura, ha hecho un papel más que honesto en nuestro desayuno de hoy.

Baguettes

Sí, sí, he hecho unas cuantas baguettes y muy aceptables he de decir.

He probado tres métodos diferentes: empezando y acabando en el día, empezando un día y acabando al día siguiente, y con poolish.

¿Qué con cuál me quedo? Definitivamente: con el método en dos días, dejando la masa en la nevera durante el primer levado.

¿Qué por qué estoy tan segura? Por qué preparé masa para hacer baguettes en dos veces con harina de El amasadero y levadura instantánea. La mitad de la masa se convirtió en baguettes ese mismo día, mientras que la otra mitad de la masa la dejé descansar en la nevera hasta el día siguiente.

Las baguettes que horneé en el mismo día quedaron bonitas pero un poco sosas. Sin embargo, las que horneé al día siguiente sabían a pan pan. Mmmmmmmmmm.